Entretenida trama policíaca con regusto a ron cubano
De nuevo otra novela policíaca en el blog. Y esta vez viene con una entretenida trama con un regusto a ron cubano. El que nos trae Leonardo Padura en Pasado perfecto. Se trata del primer libro de la serie del detective Mario Conde, donde se nos presenta a este entrañable personaje, un policía al que uno coge va cogiendo cariño conforme va leyendo el libro. El argumento es sencillo: el jefe de la empresa de Importaciones y Exportaciones del Ministerio de Industrias cubano ha desaparecido. Se trata de Rafael Morín, un antiguo compañero de estudios de Conde con el que no hacía muy buenas migas y que, por si fuera poco, es el actual marido de Tamara, su antiguo amor. El Viejo, su jefe en la Central, le encargará este caso en el que tendrá que desenmarañar no sólo una trama de corrupción sino también sacar a la luz sentimientos y recuerdos que Conde tenía enterrados en su pasado.
¿Qué esconde un empresario de éxito, casado con la que para Conde es la mujer de sus sueños? A lo largo de las páginas vamos descubriendo que la vida de Morín no es tan perfecta como parece. Las averiguaciones y pesquisas del caso se intercalan con fragmentos del pasado, con aquellos años de estudiante que Mario compartió con el empresario y Tamara. De esta forma, también vamos conociendo cómo se forjó el carácter de Conde, cómo llegó a ser policía y por qué los caminos de él, Morín y Tamara se fueron alejando con el paso del tiempo.
En el presente, el detective Conde disfruta del ron junto a su amigo el Flaco Carlos; de los guisos que prepara la vieja Josefina; de Manolo, su compañero de fatigas policíacas. Porque es aquí cuando nos encariñamos con este personaje. Cuando vemos esta faceta más personal que en muchas novelas de este género está ausente, cuando nos asomamos a esa vida privada y cercana de Conde, es cuando uno más empatiza con este personaje:
«Quizás podría ser como Manolo, pensó, y pensó que por suerte existían gentes como Manolo, capaces de hacer agradable la rutina de los días de trabajo, con su presencia y su optimismo. Manolo era un buen amigo, comprobadamente discreto y tranquilamente ambicioso, y el Conde lo prefería entre todos los sargentos y auxiliares de investigación de la Central»
«El Flaco todavía era flaco la última vez que jugamos a casarnos con las jimaguas. […] Aquella noche cogimos nuestra primera borrachera memorable: entonces un litro de ron podía ser demasiado para los dos y Josefina tuvo que bañarnos, darnos una cucharada de belladona para aguantarnos los vómitos y eso, y hasta ponernos una bolsa de hielo en los huevos».
En Pasado perfecto también se reflexiona sobre la compleja tarea del detective, una profesión en la que día a día se enfrentan con el sinsentido y la crueldad del ser humano. Un trabajo que, al mismo tiempo que les recompensa cuando cazan a un asesino, siempre les deja con un sabor agridulce por las atrocidades que aquél ya ha cometido:
«- […] Es que este trabajo me va a matar. […] ¿Tú sabes lo que estoy investigando ahora? La muerte de un niño de trece años, teniente. Un niño brillante, ¿sabes? Se estaba preparando para competir en una olimpiada latinoamericana de matemáticas. ¿Te imaginas? Lo mataron ayer por la mañana en la esquina de su casa para robarle la bicicleta. Lo mataron a golpes, más de una persona. Llegó muerto al hospital, le habían fracturado el cráneo, los dos brazos, varias costillas y no sé cuántas cosas más. […] ¿Qué cosa es esto, Conde? ¿Cómo es posible tanta violencia?»
A destacar: A pesar de que la trama policíaca es resuelta de una forma un tanto atropellada, la novela me ha resultado entretenida y he disfrutado especialmente con el personaje del teniente Conde. Como gran parte de los detectives de novela negra, Mario es duro, a veces malhumorado, tiene una vida sentimental inestable y no le hace ascos a un buen trago de ron:
«Cerró el botiquín y el espejo le devolvió la imagen de un rostro que le resultó lejanamente familiar y a la vez inconfundible: el diablo, se dijo, y apoyó las manos sobre el lavabo.»
Sin embargo, es también un personaje con claroscuros: pasional y enamoradizo, melancólico, un hombre al que no le importa mostrar sus miedos y preocupaciones, que escucha Strawberry fields forever de Los Beatles y sueña con ser escritor:
«Entonces el Conde necesitó servirse otra dosis de café y encender otro cigarro, para no abrazar a Josefina y decirle que tenía mucho miedo.»
Título: Pasado perfecto
Autor: Leonardo Padura
Editorial: Tusquets
Páginas: 240
Precio: 7,95 €
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