Reseñas Flash 2

Una nueva edición de reseñas breves, con tres libros muy ligeros que he alternado con otras lecturas más densas, y cuyo resultado ha sido desigual. ¿Queréis saber cuáles son? Seguid leyendo  😉

1. Y entonces sucedió algo maravilloso. Sonia Laredo. Destino.

Una exitosa editora que ronda los cuarenta años, Brianda Gonzaga, se queda en el paro tras décadas de alegrías publicando libros y buscando joyas literarias pero también dejando atrás un trabajo que acabó convirtiéndose en estresante y monótono como consecuencia de la dichosa crisis. Fracasada y desorientada, Brianda no sabe qué camino tomar en su nuevo futuro aunque como siempre serán los libros los que la ayuden a encontrar respuestas y reorientar su vida. Acabará viajando a un remoto lugar entre las montañas desconectado de la barahunda urbana: el Concejo de Nuba.

Y entonces sucedió algo maravilloso, escrita por una misteriosa mujer que se esconde bajo el seudónimo de Sonia Laredo, es el título de esta sugerente novela que un día me llevé a casa atrapado por la historia que leí en la sinopsis y por la belleza de su portada. Y ahí el error de elegir un libro por el envoltorio.

Lo cierto es que el libro se lee fácilmente, es entretenido y ligero, y con eso creo que cumple el cometido para el que está pensado. Pero en cuanto a la construcción coherente de la historia, la novela hace aguas por todas partes: personajes rimbombantes, giros dramáticos metidos con calzador para dar algo más de «tensión» a la trama y una protagonista que pretende ser culta recurriendo a referencias literarias pero que, para mi gusto, cae en la cursilería y resulta bastante pedante. Una historia que prometía pero que, lamentablemente, ha resultado fallida.

«Me dirigía al sitio que un libro me había señalado. Mi brújula eran los libros. Mi destino era el Valle del Limia y el río del Olvido…Como diría el viejo Eurípides, la fortuna puede privarnos de los bienes, pero no de ánimo. Y, en aquel momento, el ánimo era mi bien más preciado. O eso creía yo».

Valoración:

2. El guardián de la flor de loto. Andrés Pascual. Plaza & Janés.

El lama y médico Logsan Singay aparece muerto en su habitación de hotel justo antes de que impartiera una conferencia en la Universidad de Harvard en la que iba a desvelar algunos secretos de su revolucionaria medicina, que fusiona los avances científicos de occidente con las ancestrales técnicas sanatorias  de los chamanes tibetanos. Jacobo, un cooperante español, acabará investigando las circunstancias que rodean a la extraña muerte del médico y viajará desde el norte de la India hasta las profundidades del legendario Tíbet. Y todo para encontrar un tratado milenario que persiguen desde una secta budista hasta los servicios de inteligencia del ejército chino. En este viaje le acompañará un monje tibetano, Gyentse, que se convertirá en fiel aliado y guía durante toda la aventura.

La primera novela del riojano Andrés Pascual, al que muchos conoceréis por El haiku de las palabras perdidas, es un thriller de aventuras que se lee rápidamente, con una trama frenética que engancha a pesar de que  las continuas alusiones a la sabiduría oriental resulten algo cansinas para mi gusto. En cualquier caso, creo que es un libro ideal para pasar un buen rato, para desconectar de otras lecturas más sesudas, y para evadirse viajando al mismísimo Tíbet en compañía de Jacobo. Una travesía que supondrá para el protagonista un reencuentro consigo mismo y le ayudará a replantearse algunas parcelas de su vida (su matrimonio no va bien al tiempo que su pequeña hija está aquejada de una delicada enfermedad).  Una lectura estupenda para sumergirse en el aroma oriental sin levantarse del sofá.

«-Me refiero a que los futuros médicos habrán de saber llevar de la mano a sus pacientes hasta que éstos se convenzan de que sólo se alejarán del sufrimiento que nos ha tocado padecer cuando descubran que nada les encadena ni a este mundo ni a las cosas materiales que nos tienen sometidos. Ese día se imbuirán de las fuerzas de la naturaleza y sanarán para siempre de todas sus enfermedades. Disfrutarán de la vida o, en todo caso, se enfrentarán a la muerte como a un estado más de esa vida».

Valoración:

3. El despertar de la señorita Prim. Natalia Sanmartín Fenollera. Planeta.

 «Se busca espíritu femenino en absoluto subyugado por el mundo. Capaz de ejercer de bibliotecaria para un caballero y sus libros. Con facilidad para convivir con perros y niños. Mejor sin experiencia laboral. Abstenerse tituladas superiores y postgraduadas». Este curioso anuncio será el que despierte el interés de Prudencia Prim que decide plantarse en San Ireneo de Arnois, un pueblecito galo donde habitan unos personajes variopintos que llevan un estilo de vida particular alejado de las influencias de la frenética vida moderna. La señorita Prim acabará siendo la bibliotecaria del Hombre del Sillón, un misterioso varón con el que chocará desde el primer momento y cuyas dialécticas y enfrentamientos serán frecuentes entre estas páginas.

Pero en ese recóndito lugar, un paraíso perdido donde el tiempo parece que nunca pasa, encontraremos a más habitantes todos ellos cargados de misterio y particularidades: desde la madre del Hombre del Sillón a la maestra del pueblo, a la señora Mott o la anciana señorita Moiles sin olvidarnos de la genuina Herminia Treaumont. No faltan a lo largo de estas páginas una infinidad de referencias literarias: obras de Virgilio, Sófocles o Platón y alusiones a clásicos como Mujercitas.

El debut literario de la periodista Natalia Sanmartín Fenollera está lleno de una atmósfera de cuento que está bastante lograda. No obstante, esperaba más de la historia, había leído buenas críticas de la novela, y me ha dejado con sabor a poco. El intento de la autora por emular a Jane Austen no ha resultado muy acertado y es que el listón lo tenía muy alto. Aún así, El despertar de la señorita Prim ofrece una galería original de personajes que pueden hacernos pasar una tarde de lectura agradable, que no es poco.

«Era una mujer interesante, ¿y qué? ¿Acaso ella misma no lo era? Era atractiva, muy bien; ¿no se podía decir lo mismo de ella? Él era muy libre de sentirse hechizado por aquella mujer si quería, no tenía objeción alguna contra eso, ¿pero era necesario exhibirlo de un modo tan obvio? La señorita Prim había estado siempre en contra de las manifestaciones sentimentales en público. A su modo de ver, las sociedades civilizadas contaban con viviendas para permitir a los individuos dar rienda suelta a sus sentimientos sin que los demás se sintiesen obligados a contemplarlos».

Valoración: