Intrigas y secretos en el París de la Belle Époque
Hay libros que se cruzan en tu camino de manera imprevisible, libros que te llaman la atención por algún motivo y que acaban trastocando las lecturas que tenías previstas en un principio. Pues éste ha sido el caso de Invierno en París, escrita por la periodista británica Imogen Robertson y publicada por la editorial Alianza. Y es que el libro prometía: una historia que se desarrolla en París, una ciudad en la que estuve de Erasmus; que además ocurre en plena Belle Époque y que combina misterio, elementos históricos y una atmósfera victoriana.
Invierno en París nos sumerge en un ambiente artístico, el de la selecta Academia Lafond, donde estudia la protagonista, Maud Heighton, una joven inglesa que sueña con ser pintora y se ha trasladado a París para intentar cumplir su sueño. Pero la vida en aquel París de 1910 es dura y Maud no cuenta con muchos recursos, tan sólo una pequeña herencia que le dejó su padre. Gracias a una de sus compañeras de clase, la adinerada Tanya Kolstova, conseguirá un trabajo como señorita de compañía en la casa de los hermanos Christian y Sylvie Morel. Con este empleo llega un alivio para Maud ya que conseguirá un salario con el que poder vivir holgadamente en la ciudad y poder seguir dedicándose a sus clases en la academia. Pero, poco después, es acusada de robar una diadema de diamantes perteneciente a la condesa Madame de Civray. A raíz de este suceso, toda una trama de mentiras y secretos comenzará a salir a la luz…
«Pese a que las mujeres que estudiaban en la Academia Lafond pagaban dos veces lo que los hombres, las instalaciones del estudio no pasaban de suficientes. La única luz que había entraba por el acristalado de la cubierta, y, como la sala era estrecha, de techos altos, a veces daba la impresión de que las modelos estaban posando en el fondo de un pozo. La estufa resultaba imprevisible y parecía siempre malhumorada. Pero a pesar de todo, merecía la pena pagar ese dinero y estudiar arte. Los estudiantes varones eran tan groseros que al final las mujeres de clase media no pudieron trabajar en grupos mixtos; y compartir modelos al natural con los hombres terminaba por provocar desagrado».
La novela de Robertson nos adentra en el París de la Belle Époque a partir de una trama donde se entremezclan diversos ingredientes. El París bohemio, el del arte y el glamour, los grandes palacios y los vestidos elegantes se contrapone con otro París mucho más sombrío, el que nos lleva a sus bajos fondos, al mundo de la delincuencia pero también al de la extrema pobreza en la que viven gran parte de sus habitantes en aquellos tiempos. Este contraste así como la ambientación que la autora realiza de aquel invierno parisino de 1910 son dos de los elementos más destacables de este libro. Y es que la Ciudad de la Luz, sus calles y el ambiente que se vivía en aquel momento aparecen retratados de manera notable a lo largo de toda la obra. Además, en la novela, se recogen algunos hechos históricos como la grave inundación que asoló la ciudad en aquella década.
A pesar del acierto en su ambientación, uno de los inconvenientes de la historia es que la acción tarda en arrancar y su desarrollo final es algo irregular. Durante la primera parte, la acción resulta algo lenta, quizás con el fin de presentarnos a los personajes y, sobre todo, de evocar la Belle Époque. Puede que con una presentación algo más breve, donde se hubieran adelantado algunos acontecimientos, la historia habría ganado en ritmo. Al final de la historia ocurre el caso contrario ya que, después de que acusen a Maud del robo, la sucesión de acciones se vuelve algo vertiginosa y el desenlace, en especial, es un poco acelerado. En este sentido, al leer esta novela he tenido la sensación de que la autora ha tenido un excelente cuidado con la ambientación pero que no ha sabido darle a la acción un desarrollo lo suficientemente equilibrado.
En cuanto a los personajes hay que destacar nuevamente el contraste del que se vale la autora para ofrecernos un trío protagonista muy particular: Maud, la joven estudiante inglesa, que vive modestamente y tiene ganas de convertirse en pintora; Tanya, una rica heredera rusa que estudia en la Academia Lafond como mero pasatiempo e Ivette, una joven que se gana la vida posando como modelo para los estudiantes de arte de la Academia. Tres mujeres que sirven quizás también como reflejo de las clases sociales que uno se podía encontrar en el París de aquella época: el hambre que a veces pasan Maud o los sórdidos lugares que frecuenta Ivette vuelven a oponerse a la opulenta y lujosa vida de Tanya. La vida de tres mujeres bien distintas acabará uniéndose para hacer frente a una injusticia y, gracias a ellas, comprobaremos que en la amistad o la justicia no deberían importar las etiquetas o clases sociales.
Invierno en París ha sido una lectura que apareció por casualidad, al visitar la biblioteca, y que me ha sorprendido por ofrecer una ambientación muy conseguida con una trama que resulta entretenida. Aunque el desarrollo de la acción no sea equilibrado, la novela me ha trasladado a una época que me encanta y todo ello con una lograda mezcla de géneros que van de la historia a la intriga.
A destacar: París en 1910 y la Belle Époque están retratados con un notable realismo combinando ficción con pinceladas históricos como la inundación que sufrió la ciudad por aquella época.
Autor: Imogen Robertson
Editorial: Alianza Editorial
Páginas: 480
Precio: 18 €
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