La enfermedad en la gran ciudad

Me encanta vivir en las grandes ciudades. Que siempre haya gente por las calles, que tengas un montón de actividades culturales para elegir pero todo tiene sus inconvenientes.  Los atascos y las grandes distancias, las prisas que parece que todo el mundo lleva, la soledad o lejanía que a veces intuyes en los gestos de las personas que cogen día a día el metro. En las ciudades compartimos mucho y a la vez nada, como cuando llega un nuevo inquilino al piso con el que vas a convivir todos los días. ¿Sabemos todo de él? ¿Es cierto todo lo que nos cuenta? La novela La trabajadora de Elvira Navarro trata precisamente de muchos de estos temas: grandes ciudades, soledad, desconocimiento, enfermedad, crisis.

La trabajadora se centra en la historia de Elisa, una correctora de libros que trabaja para un gran grupo editorial en plena crisis. Con la crisis llegan también los retrasos en los pagos y la precariedad que la obliga a compartir piso con Susana, una chica que le ha recomendado su amigo Germán. La nueva inquilina llegará acompañada de un halo de misterio que, poco a poco, se torna en desconfianza por parte de Elisa. Y es que Susana cuenta poco de su pasado y las respuestas a las preguntas que le plantea Elisa son muy endebles. ¿Es Susana quien dice ser?

«Llegó a las doce del mediodía. No era como yo la había deseado, bajita y redonda como una madre hispana, sino de tipo nórdico: alta, rubia, caballuna, con la piel de un color parecido al de la seda cruda. Iba embutida en un abrigo marrón hasta los tobillos, y alrededor del cuello llevaba una aparatosa bufanda beige. La coronaba un gorro de color verde, con un repliegue en uno de los lados, a modo de flor. Con tanta lana encima apenas podía moverse, y en sus mejillas lucía dos breves y perfectos rosetones. Estaba un tanto ridícula, sobre todo por una expresión venida de su nariz, que se mantuvo, desde que atravesó el umbral de la puerta, desagradablemente atenta a algún olor, con las aletas vibrantes y abiertas».

La novela de Elvira Navarro habla de las enfermedades mentales camufladas en la normalidad del día a día de una gran ciudad como Madrid y con la crisis económica como trasfondo. Como consecuencia de la inestabilidad económica y emocional, Elisa comienza a sufrir ataques de pánico, se desconcentra en su trabajo y comienza a obsesionarse por los misterios que rodean a su inquilina Susana, a quien ya hemos conocido en las primeras páginas de la historia con el nombre de Katia y de la que ya sabemos que acarrea algún tipo de patología mental.

«Me di cuenta de que responder al reclamo de alguien me hacía sentirme menos poderosa, por lo que empecé a poner mis propios anuncios. Para entonces ya me habían cambiado el risperdal por el litio: mi categoría pasó de esquizofrénica a bipolar. El litio tiene menos efectos secundarios y me dejaba atender a las conversaciones. Parte de mi energía se escurrió en anuncios semanales en todos los periódicos, dirigidos a hombres y a mujeres, pues a esas alturas estaba escaldada. Ahora pienso que lo que quería no era un trasunto de mi delirio, sino una mera obsesión que además me mantenía entretenida».

Lo que prometía ser una novela sobre las consecuencias individuales de la crisis económica, podría haber dado mucho más de sí. El final resulta sorprendente y la narración es fluida y está envuelta en una atmósfera intrigante en la que Madrid como escenario tiene mucha importancia. Pero creo que se podría haber ahondado más en los porqués – si es que los hay – de la enfermedad mental de Susana, en el pasado de este personaje. El resultado es desigual y, al terminar, tengo la sensación de que no conozco bien a ninguna de las dos protagonistas y que las continuas escenas de los paseos que Elisa da por Madrid entorpecen la trama principal. Aún así, La trabajadora ofrece una perspectiva interesante al vincular las enfermedades mentales a la cotidianidad de una gran ciudad.

 A destacar: Es destacable la temática de la novela. En ella se asocia algo tan complejo como es la enfermedad mental con el contexto de inestabilidad social y el individualismo que impera en las grandes ciudades.

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