La excelente introspección psicológica de Emma

Hace unos días terminé de leer uno de los clásicos de la literatura universal más emblemáticos y con uno de los personajes protagonistas de mayor fuerza y repercusión. Se trata de Madame Bovary de Gustave Flaubert, una novela que se publicó por entregas en 1856 y, un año después, en formato de libro. Flaubert realiza una magnífica introspección psicológica de su protagonista, Emma Bovary, en una obra que generó mucha polémica tras su publicación por reflejar una trama de adulterio y que llevó al autor a los tribunales.

Madame Bovary  es una célebre novela del realismo francés que nos presenta, en primer lugar, a Charles Bovary un hombre pusilánime que siempre obedece a los dictados de su madre y que acabará casándose con una mujer viuda que morirá pronto.

«Aunque era fea, seca como un palo y con tantos granos  como brotes en una primavera, la verdad es que a la señora Dubuc no le faltaban partidos para escoger. Para conseguir su propósito, mamá Bovary tuvo que espantarlos a todos, y desbarató muy hábilmente las intrigas de un chacinero que estaba apoyado por los curas. Charles había vislumbrado en el matrimonio la llegada de una situación mejor, imaginando que sería más libre y que podría disponer de su persona y de su dinero. Pero su mujer fue el ama; delante de todo el mundo él tenía que decir esto, no decir aquello, guardar abstinencia los viernes, vestirse como ella quería, apremiar, siguiendo sus órdenes, a los clientes morosos».

Poco antes de la muerte de su esposa, la profesión de médico de Charles le había llevado a conocer al Sr. Rouault y a la hija de éste, Emma, de la que se enamorará y con la que acabará también casándose. A partir de aquí, tras una fastuosa boda y después de que Flaubert nos haya puesto en antecedentes, el lector comenzará a descubrir el carácter de Emma, sus ideas románticas, sus sueños e insatisfacciones. Y es que Emma, que desde pequeña devoraba novelitas de amor,  sueña con un apasionado romance, una vida plena que espera que llegue tras el matrimonio. El baile en casa del marqués de Vaubyessard al que acude, un espectáculo fastuoso lleno de lujo y elegancia, provocará en Emma un punto de inflexión. Es el mundo que ella desea, lleno de aventuras sentimentales y glamour, pero tiene que conformarse con una vida hastiada al lado de un hombre, Charles, que la ama pero que para ella sólo es un reflejo más de su desilusión.

Emma acabará enfermando de tanta insatisfacción y el matrimonio se mudará a Yonville-l’Abbaye donde ella tendrá a una niña. Allí es donde comenzará a intentar salir de esa espiral de aburrimiento y desilusión cuando conoce a León, un joven pasante de notario del que se enamora y que acabará abandonándola. Después llegará Rodolphe, un hombre con el que Emma intentará fugarse pero que finalmente se echará atrás y dejará a la protagonista cada vez más desengañada y deprimida. Charles, que sigue amándola y es ajeno a todo lo que acontece, al verla tan mal, la conducirá a Rouen con el fin de que acuda al teatro y se anime. Y será allí donde se reencuentre con León y reanuden su affaire amoroso. Un affaire que llevará a Emma a mentir a su esposo, a no reparar en caprichos y endeudarse con el comerciante Lhereux.

 «Antes de casarse, ella había creído estar enamorada, pero como la felicidad resultante de este amor no había llegado, debía de haberse equivocado, pensaba, y Emma trataba de saber lo que significaban justamente en la vida las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le habían parecido en los libros».

Flaubert nos introduce en la lucha emocional interior que vive la protagonista a través de un narrador omnisciente y con la inclusión también de un estilo indirecto libre. Gracias a las excelentes descripciones de los pensamientos de Emma, el lector se introduce en la cabeza de una mujer romántica que se hunde en la desesperación al no encontrar la dicha y la pasión que tanto veía en las historias que ella devoraba en sus novelas. Infeliz en el matrimonio, cada vez más agobiada por las deudas, Emma se refugia en el adulterio pero allí tampoco encontrará la alegría que esperaba. Y nuestra protagonista se hundirá más y más en un pozo de infelicidad en el que no verá más que una salida.

«Bajo su ventana había una colmena, y a veces las abejas, revoloteando alrededor de la luz, golpeaban contra los cristales como balas de oro que rebotaban. ¡Qué felicidad en aquellos tiempos!, ¡qué libertad!, ¡qué esperanza!, ¡cuántas ilusiones! ¡Ya no quedaba nada de aquello ahora! Lo había gastado en todas las aventuras de su alma, en todas las situaciones sucesivas, en la virginidad, en el matrimonio y en el amor, habiéndolas perdido continuamente a lo largo de su vida, como un viajero que deja algo de su riqueza en todas las posadas del camino. ¿Pero quién la hacía tan desgraciada? ¿Dónde estaba la catástrofe extraordinaria que la había trastornado?»

Sería algo impensable no recomendar Madame Bovary. Emma es uno de los personajes de la literatura mejor retratados gracias a la hábil introspección psicológica que Flaubert efectúa de ella. Los pasos que la conducen hasta un fatal desenlace están magníficamente expresados gracias a un narrador que nos muestra todos los pensamientos que fluyen desde su cabeza. Una angustia e insatisfacción continuas, una infelicidad al no encontrar el ideal de matrimonio que ella busca y muchas desilusiones…Todo esto irá in crescendo hasta un final que resulta igualmente excelente. El único pero que he encontrado a la novela es que, durante la primera parte,  la acción tarda en arrancar y se hace algo lenta. Y es que Flaubert nos intenta presentar previamente todos los antecedentes previos que rodean al carácter de su esposo Charles Bovary y cómo se gesta el matrimonio. En cualquier caso, tras leer esta obra, resulta indiscutible el que Emma sea un personaje que haya trascendido tanto y siga hoy tan vigente.

A destacar: La excelente introspección psicológica que Flaubert realiza de Emma, una mujer insatisfecha en un matrimonio y que fantasea con un amor pasional.

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