Una intriga sobre las apariencias débilmente sustentada

Aunque hacía algún tiempo que no leía un Premio Planeta, la premisa argumental de la que partía El cielo ha vuelto de Clara Sánchez, Premio Planeta 2013, me atrajo y decidí darle una oportunidad. Ya había leído antes obras de esta autora como su Premio Nadal, Lo que esconde tu nombre, y su estilo cotidiano e intimista me había gustado. Pero, en cambio, con esta última obra, me he sentido algo defraudado a pesar de que Sánchez escribe con fluidez y ha solido dejarme buenas vibraciones con sus lecturas.

La protagonista del libro es Patricia, una modelo de pasarela que regresa a Madrid en avión tras un viaje de trabajo en Nueva Delhi. Durante este turbulento vuelo conocerá a Viviana, una extraña mujer que le avisará de que alguien desea su muerte. Patricia, una mujer con éxito que vive con su marido pintor Elías, no prestará atención a la premonición de esta desconocida. Pero, cuando comienzan a suceder en su vida una serie de accidentes, la modelo empezará a preocuparse y necesitará por todos los medios encontrar a Viviana para pedirle consejo.

«Hace medio año, una desconocida me dijo que había alguien en mi vida que deseaba que yo muriera. La encontré en un vuelo Nueva Delhi- Madrid. Tenía problemas con la vista y me pidió que le leyera el menú y que le indicara dónde estaba el baño. «Otra vez he perdido las malditas gafas», dijo metiendo la cabeza en un enorme bolso blanco. Su peso, alrededor de ciento y pico kilos, la obligaba a viajar en business. A los organizadores del congreso al que había asistido no les hacía gracia el gasto, pero qué podía hacer ella, no cabía en un asiento turista. Sonreí vagamente y no hice ningún comentario porque no quería enredarme en una conversación de diez horas. Abrí una revista sobre las rodillas y me quedé mirando el cielo y la luz de fuera con la frente pegada a la ventanilla».

Clara Sánchez es una escritora que sabe mantener muy bien la intriga en las tramas, dosificándola de tal forma que invita a seguir leyendo la historia. En El cielo ha vuelto consigue mantener ese suspense también pero el problema radica en que la línea argumental resulta bastante inverosímil y que ese suspense se encuentra relacionado con unos accidentes fortuitos que no cuajan con la premisa inicial (que a Patricia alguien le desea la muerte).  Y es que la modelo comienza a sospechar que Viviana tiene razón a raíz de unos percances que comienzan a trastocar su vida. ¿Por qué Patricia cree a Viviana tras esos simples percances? ¿Qué sentido tiene pensar que alguien desea tu muerte a raíz de hechos como un bloqueo durante una pasarela o una caída fortuita?

«A mí el bañador continuaba quedándome pequeño, no me sentía a gusto. Respiré varias veces profundamente, e Irina me empujó con la mano en la espalda hacia un camino alfombrado e iluminado, observado por cientos de ojos, como tantas veces. ¿Cuántas veces habría hecho esto mismo? ¿Mil, dos mil? Nunca se me había ocurrido contarlas. París, Nueva York, Londres, Milán. […] Creo que llegué hasta la mitad, quizá un poco más, y de pronto me detuve, me paralicé, no en sentido figurado, sino literalmente paralizada: no podía moverme, me era imposible dar un paso. Al principio la sala enmudeció, pensaban que era un recurso para fijar más la atención del público, incluso alguien soltó un aplauso».

Sánchez desarrolla un misterio mediante unos sucesos cotidianos que, desde mi punto de vista, son exagerados y sacados de contexto. Todo esto provoca que la intriga no se sostenga y que una novela que parte de un eje argumental tan sugerente como es esa premonición se quede, por su desarrollo, a medio gas. El hecho de que Patricia necesite recurrir a Viviana, que comience a pensar en que alguien desea su muerte tras esos percances no me ha resultado creíble, me ha chirriado. Por si fuera poco, el acto final de Patricia ya me ha resultado bastante rocambolesco.

A pesar de todos los peros que he encontrado en El cielo ha vuelto,  Clara Sánchez intenta mostrar el mundo de apariencia y superficialidad en la que vive la protagonista utilizando para ello el paralelismo con el ámbito profesional en el que Patricia también se desenvuelve, el de la moda. Esto es quizás lo más destacable de un Premio Planeta del que me esperaba mucho más, sobre todo de una escritora con una trayectoria tan sólida. No sé qué ocurre a veces con estos galardones, quizás es que tienen que abarcar a un público tan amplio que las novelas resultan demasiado planas. El resultado es un libro que se lee muy rápido como casi todo este tipo de premios pero que, partiendo de una idea con mucho potencial, hace aguas en su desarrollo.

A destacar: El paralelismo entre el mundo de apariencias lleno de superficialidad que rodea a Patricia en el ámbito personal con la misma superficialidad con la que se caracteriza el mundo de la moda, la profesión de la protagonista.

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