Esperanza, amor y segundas oportunidades
Hace muy poco que terminé un libro que se coló por casualidad entre mis lecturas. No había leído nada del autor y al leer un poco la contraportada y empezar la primera página decidí llevármelo a casa. Y se ha convertido en una de las mejores novelas que leído durante estos últimos meses, con una historia que conmueve, escrita con un ritmo elegante, tierno y pausado. Se trata de La nieta del señor Linh del escritor francés Philippe Claudel que publicó en 2006 la editorial Salamandra (gracias a la que he descubierto autoras como Jhumpa Lahiri). Ahora os la traigo al blog, aunque seguro que muchos de vosotros ya la conocíais.
La novela nos presenta al señor Linh desembarcando en un país en el que nadie habla su idioma y que bien podría tratarse de Francia. Un doloroso desembarco tras dejar atrás su país de origen, asolado por una cruenta guerra que ha acabado con su querida aldea pero, sobre todo, que le ha robado a su familia, a su hijo y a su nuera. Pero al señor Linh todavía le queda alguien por el que luchar, un motivo por el que vivir y no dejarse llevar por la melancolía o la desesperanza. Le queda todavía su pequeña nieta, un bebé llamado Sang Diu, que le ha acompañado durante este viaje. En ese país donde han aterrizado, donde todo el mundo parece tener prisa y hace mucho frío, se instalará en un centro de acogida y, durante uno de los paseos con su nieta, comenzará a entablar amistad con un misterioso anciano, el señor Bark.
«Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas. De pie en la cubierta, ve alejarse su país, el país de sus antepasados y sus muertos, mientras la criatura duerme en sus brazos. El país se aleja, se hace infinitamente pequeño, y el señor Linh lo ve desaparecer en el horizonte durante unas horas, pese al viento que sopla y lo zarandea como una marioneta. El viaje dura mucho tiempo. Días y días. Y el anciano pasa todo ese tiempo en la popa del barco, con la mirada puesta en la estela blanca que acaba fundiéndose con el cielo, escrutando la lejanía en busca de la orilla invisible».
De esta forma comienza un relato en el que destaca una prosa contenida y desnuda, con frase muy cortas y directas que nos transmiten la soledad y la melancolía de aquellos que se ven obligados a dejar sus lugares de origen por causas tan duras como una guerra y que cargan con la losa de haber perdido a los que más querían. Pero la novela es también una historia de amor y amistad, la ternura que envuelve a la relación entre el señor Linh y su nieta, una ternura que se palpa en cada gesto de protección o en cada atisbo de preocupación ante el miedo de que a su pequeña Sang Diu le ocurra algo malo. Porque ella ya es lo último que podría perder. Y, sin su querida nieta, ya no habría motivo por el que luchar o aferrarse a un mundo tan injusto.
El libro de Claudel nos plantea una trama llena de tristeza pero en la que también hay espacio para la esperanza y las segundas oportunidades. Abuelo y nieta han podido alejarse de la inestabilidad para comenzar una nueva vida en un país que les resulta ajeno y poco acogedor. Durante uno de los paseos que Linh da con su nieta, se sentará en un banco a contemplar lo apresurada que va la gente. Es entonces cuando aparecerá otro misterioso anciano, el señor Bark. Ambos establecerán una particular amistad: Linh escuchará a Bark a pesar de que no entiende su idioma. Por su parte, Bark le contará, entre calada y calada de sus cigarrillos, retazos del su pasado con su mujer. Ambos son dos hombres a los que la soledad les abruma pero que encuentran una manera de entenderse, una amistad basada únicamente en los gestos y en la necesidad de escuchar y ser escuchados. Porque los sentimientos son universales y, a veces, no hace falta hablar la misma lengua para empatizar con otros.
«El señor Linh y el señor Bark se ven todos los días. Si hace buen tiempo se quedan en la calle, sentados en el banco. Cuando llueve, van al café y el señor Bark pide la extraña bebida, que toman agarrando la taza con las dos manos. El anciano espera el momento de reunirse con su amigo desde que se levanta. En su fuero interno lo llama «amigo», porque lo es. El hombre gordo se ha convertido en su amigo, aunque el señor Linh no habla su lengua, aunque no la comprende, aunque la única palabra que conoce es «buenos días». Eso es lo de menos. Después de todo, el hombre gordo tampoco sabe más que una palabra del idioma del señor Linh, y es la misma».
La nieta del señor Linh es un relato en el que encontraremos el amor de un abuelo a su nieta, la amistad entre dos ancianos que han perdido mucho pero a los que la vida les ha dado algo parecido a una segunda oportunidad, un poco de luz tras tantos momentos de dolor y soledad. Claudel ha construido a través de unas frases cortas y punzantes una bella historia que cala hondo, como si fuéramos nosotros quienes viviéramos los dramas de los protagonistas en nuestras propias carnes. Tanto el señor Linh como el señor Bark están perfectamente retratados en una novela que apenas pasa de las cien páginas y esto es gracias a los diálogos que ambos mantienen pero también a una fluida narración llena de sencillez, pero no exenta de desgarro.
A destacar: Una prosa simplista elaborada con breves frases para construir una historia profunda, llena de ternura y con unos personajes que conmueven por su fortaleza.
Autor: Philippe Claudel
Editorial: Salamandra
Páginas: 126
Precio: 12,50 €
Valoración:
Me encantó es una delicia que todos deberíamos leer. También me gustó mucho del autor Almas grises y me has recordado que hace mucho que no leo nada suyo. Besos.
Sí, ¡ha sido una lectura estupenda! Intentaré leer más novelas del autor. Besos.
Un libro muy tierno que me hizo fan de Claudel, un autor que me encanta. No te defraudará 😉
Un abrazo
Me ha encantado esta primera novela que he leído de él así que seguiré con las siguientes, ¡seguro! 😉 Un abrazo.
Una reseña estupenda para una lectura igual. A mi también me parece que combina a la perfección la sencillez con la profundidad para contarnos una historia de amor y también de amistad.
Besos